Crítica literaria / Charles Baudelaire

El de Charles Baudelaire es uno de esos casos, tan frecuentes en la historia de la literatura, en que la meritoria producción de un artista de incuestionable talento y singular atractivo ha quedado eclipsada, por así decir, por el efecto que una sola de sus obras, la más luminosa de entre ellas, ha producido sobre el resto.
Sin embargo, no podemos dejar de lamentar el olvido en el que, a causa irónicamente de la misma celebridad del autor, han caído algunos textos, igualmente excelentes, que corrieron peor fortuna, como son los poemas en prosa (El Spleen de París), sus escritos sobre arte o los interesantísimos ensayos sobre Edgar Allan Poe.
Las aportaciones de Baudelaire en el campo de la crítica artística son prácticamente imprescindibles para quien quiera rastrear la evolución de las ideas estéticas en la modernidad.
El hecho de que la producción ensayística de Baudelaire haya sido durante tanto tiempo ignorada se debe principalmente a que, por lo general, la crítica suele resultar más inaccesible que la poesía. En efecto, la poesía, por muy hermética que sea, se presenta ante el lector como una obra acabada, como una forma de arte a quien nadie le discutiría tal condición. La crítica, por el contrario, tiende a ser más fría y más analítica que el poema, y en consecuencia más árida; a esto, hay que añadir, por lo demás, que precisa del arte como objeto criticado, lo que parece ponerla en un segundo nivel respecto a este.
Baudelaire, sin embargo, opta por renovar radicalmente el paradigma de crítica que había reinado hasta su época y que había culminado con el apogeo del romanticismo. Los ideales de tal escuela eran, a grandes rasgos, los que acabamos de retratar: objetividad, frialdad y rigor científico. La forma que Baudelaire tiene de acercarse al arte es, por el contrario, esencialmente bipolar: por un lado, como espectador que observa la obra y que experimenta ciertas sensaciones respecto a ella; por el otro, y aquí está su gran aportación, como creador él mismo, que posicionado frente a la producción ajena, toma las sensaciones que esta le provoca y les da forma según su propio instinto artístico.
Baudelaire es siempre un poeta, no menos en sus críticas que en Las flores del mal. Su actitud como lector no dista en absoluto de su actitud como creador. También ahora se situará frente a la obra, frente al texto, como un lector más que tiene algo que decir al respecto; lo que dirá, sin embargo, lo dirá poéticamente, abriendo una brecha de luz en la interpretación del escrito. Es la otra faceta de un mismo genio artístico, de un mismo fenómeno creativo. Algunos detractores han negado debido a ello que Baudelaire estuviera practicando en serio la crítica; más que crítica, dirán, se trata de recreación, de mero divertimento, puesto que carece del rigor que se le exige al filólogo. Pero ignoran que precisamente por ello Baudelaire es el auténtico crítico, aquel que dialoga con la obra para abrir un horizonte de posibles y dar lugar así a un auténtico estallido artístico.
La crítica de Baudelaire no le va a la zaga a su poesía. No se trata en absoluto de un acopio de textos áridos y eruditos sobre pequeñeces literarias. Se trata de auténtico arte vivo, en perpetua convulsión. Su prosa levita entre el ser y el no-ser en un perfecto juego poético, sin descuidar sin embargo el objeto de su mirada. ¿
El libro que nos ocupa recoge todos los textos de crítica literaria de Charles Baudelaire, a excepción de los dedicados a Poe y los que conforman Mi corazón al desnudo, editados en volúmenes distintos.

Autor: 
Baudelaire, Charles (1821-1867)
Año: 
1999
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