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La colmena de Camilo-José Cela interesó la crítica desde su primera edición en Argentina y las siguientes en España. Su tema, el Madrid sórdido de 1942, la manera de tratarlo con una aparente objetividad, el estilo justo, preciso, sumamente variado, su técnica y muchos aspectos más se comentaron.
La colmena es una de las obras más representativas y relevantes de Cela. La primera edición se publicó en Buenos Aires en 1951, no pudo publicarse en España hasta el año 1963 debido a la censura de la dictadura militar de Franco. Aunque su primera novela logró muchos éxitos, es con La colmena con la que consiguió fama internacional, como bien explicó Juan Goytisolo, “la década anterior había descubierto a un escritor de talento, Camilo José Cela, autor de La familia de Pascual Duarte, pero no es esta obra, sino La colmena, la que debía imponer su nombre entre los jóvenes”.
Este libro es un testimonio fiel de la vida cotidiana en las calles, cafés y alcobas de la capital de aquel entonces, el año 1942, que está marcada por el hambre, la represión política y la falta de bienes y de libertad personal. A través de la descripción de tres días de diciembre en la vida de más de trescientos habitantes de Madrid, nos ofrece una realidad desesperada y vacía, una amarga crónica existencial. Las personas se han dejado llevar por la rutina y el pesimismo. En su pesimismo piensan que las cosas no tienen una causa ni los problemas una solución. En el gentío abarrotado hay un sonido monótono de individuos confundidos y sin rumbo. Habitual en él, Cela retrata la vida española despiadadamente, de forma ácida y con humor corrosivo. Cela declaró en una breve nota que La colmena no era otra cosa que “un pálido reflejo, una humilde sombra de lo cotidiano”.
Cela no para en introducir a los lectores nuevos personajes, desde el inicio hasta las últimas páginas, sin hacerles sentir perdidos porque reaparecen en especial algunas figuras como doña Rosa, Martín Marco, que da la posibilidad de aceptar la presencia de continuos personajes nuevos. Sin embargo, si en esta novela hay una protagonista, no es doña Rosa, tampoco el poeta Martín Marco, sino la misma capital, Madrid. En La
colmena se muestra la ciudad física, pero con mayor intensidad se aprecia a la gente y a esa capital del dolor que es entonces la ciudad madrileña.
La colmena es una novela de la ciudad, buscando confusiones y caos. En la misma época histórica, aparecieron varias obras maestras también referidas a personajes colectivos como Nada, de Carmen Laforet (1945), Calle Echegaray, de Marcial Suárez (1950) y La noria, de Luis Romero (1952).
Desde el punto de vista de la forma narrativa, La colmena, sin duda alguna logró muchos éxitos relevantes por su innovación técnica y por las vías que posibilitaba para la exploración. Las características más destacadas de esta novela: corta duración, espacio limitado y la colectividad, que no tardaron mucho en aparecer en las novelas sociales de los períodos de los 50 y 60. Además, el narrador no nos cuenta los tres días según el orden cronológico sino a través de un desajuste intencional.
El motivo por el que el narrador hizo esta alteración del orden cronológico natural como si fuera un puzle, ha sido muy investigada. Según el crítico Gonzalo Sobejano, la humillación se ceba en la pobreza, y luego desde esta y el aburrimiento, la gente aprovecha el sexo como solución económica o alivio gratuito; las vergüenzas del placer furtivo, como las de la pobreza, se embozan en un encubrimiento aislante un día y otro día repitiendo las mismas cosas sin ninguna importancia. Sobejano entiende que el motivo del narrador al desordenar el tiempo es para retratar de una forma diferente, laberíntica y renovadora. Además, la interrupción y la alteración temporal fortalecen la sensación de un mundo que se atropella y confunde.
Como en una colmena ruidosa, en esta novela, aparecen casi trescientos personajes en total, pero apenas se aprecia su fisonomía. Aunque se introducen en las conversaciones o pensamientos de los personajes, es difícil conocerles porque la cámara de Cela les pasa a todos por la superficie, es decir, por fuera. La colmena abrió un nuevo camino para las novelas de aquella época, como un paradigma.
En el proceso del escrito de La colmena, la censura le causó grandes requiebros al autor. Cela la comienza a escribir en 1945 y la concluyó en el verano de 1948. No obstante, la corrección no terminó hasta 1950, en buena parte por sus contrariedades con la censura. El parto de la novela fue tan complicado que hasta llegó el momento que el autor quiso destruir el original.
Este libro, tras una larga espera, prohibido en España —fue a partir de 1963, después de la autorización del Ministro de Información Manuel Fraga Iribarne, cuando la novela circula en España fluidamente—, se publicó en Buenos Aires por la editorial Emecé. El ambiente de la Península era complicado mientras que en Argentina era algo más relajado, aunque también la censura de aquella época puso algunas condiciones de modificaciones del contenido. Tuvo que borrar fragmentos, cambiar frases o palabras.
Sin el sentido de humor, no es posible entender a Cela ni sus novelas. Casi en todas sus obras, se ve el humor de diferentes maneras. Pero el método principal del humorismo de esta novela es el uso de una ironía ácida y doliente. La hipocresía social en el pueblo es un símbolo de aquella época y nuestro autor, con su agudo sentido del humor, la revela cruelmente bajo la luz sórdida de una sociedad condenada. Con el fondo de la ciudad, los cafés, las calles, los barrios, nos presenta con su cámara a la multitud, entre las que pulula todo tipo de gentes distintas; pero la cámara pasa por la superficie de todos, y lo que queda es la época, la capital y la masa.
El tema central de La colmena es la incertidumbre de los destinos humanos: las gentes no saben adónde van, cuál podría ser una finalidad, y Martín Marco, por ejemplo, aparece expulsado de un lugar al principio y desaparece cuando camina, hacia la ciudad ignorando que ella le espera un peligro. El más importante subtema es la incomunicación: todo viven como separados, en celdillas clausuradas, solos.
Las situaciones típicas son: el vacío, la repetición, la náusea, la desesperación. Las formas habituales de comportamiento: violencia, rutina, ensimismamiento. Y las obsesiones: el sexo, el dinero, el recuerdo de la guerra […] Y la alienación, es decir, el extrañamiento del individuo respecto de los otros y respecto de sí mismo.
La ciudad es concebida como una colmena, los personajes que aparecen en esta obra son las abejas, cada una viviendo en su celdilla: el pobre poeta que lleva cada día escribiendo sus versos con su sueño literario pero no tiene ni un duro para pagar el café, expulsado por un camarero; el joven bachiller que ve inútiles sus estudios y acepta un trabajo sin contrato como si le hubiera tocado la lotería; la mujer vieja que vende castañas hasta la media noche y a la que su hijo ciego la acompaña al regresar a casa con el viento frío; el usurero rijoso que pide a la chica enamorada mostrarle su pecho pagándole el dinero para la curación de su novio; la mujer que se preocupa por la superpoblación de los chinos sin saber que su esposo le engaña visitando a prostitutas en la casa de citas; el guardia civil que lleva toda su vida sintiéndose orgulloso por ser ex combatiente; el camarero viejo de la cafetería que no se atreve a enfrentarse a la dueña aunque ella le insulta cada día, llamándolo ¡sinvergüenza!, ¡perro!; las señoras chismosas que critican el cine oscuro y el bañador ligerito que empeoran la virtud de la sociedad seria; las chicas enamoradas que buscan una salida vendiendo sus cuerpos; los intelectuales que dedican toda la tarde a hablar de cómo narrar mientras utilizan la picaresca para poder tomar un café con leche gratis.
Frente a esta masa gigantesca, al lector no le resulta nada fácil identificar a una entidad particular. Algunos personajes sólo aparecen una vez y desaparecen definitivamente en la novela. La Colmena se posesiona de esta multiplicidad de perspectivas mediante la presentación de un mismo individuo o hecho desde varios puntos de mira. En un caso, el relato es plenamente objetivo; en el otro, derivativo y coloreado por las impresiones. sin estas repeticiones se haría imposible la compresión de la cronología de los capítulos. En comparación con el método tradicional de la cohesión estructural narrativa, el cual consiste en relaciones interpersonales y destinos compartidos, Cela, con su forma cinematográfica, consigue la cohesión de esta multitud como si estuviera filmando una película. Estos personajes, estos seres perdidos, aparentemente, como las abejas que viven cada uno en su celdilla cerrada, pasan su vida intrascendente y sin sentido con su miseria y la desesperación. Esta multitud llena la ciudad, llena la capital hambrienta y enfermiza de aquella época.
Uno de los éxitos más relevantes que logró La colmena es, sin duda, la descripción viva de la atmósfera de miseria de la sociedad española después de la Guerra Civil. Se puede sentir verdaderamente los efectos económicos que la guerra civil produjo en la capital y sus habitantes en esta novela. La obsesiva preocupación por el sustento diario absorbe la mayoría de los pensamientos de los personajes de La Colmena, eliminando al mismo tiempo cualquier inquietud de orden moral. En la picaresca, uno de los motivos de la miseria, es hacer reír; en La Colmena hay una acusación y protesta contra los motivos de esta miseria que de una forma tan patente se manifiesta en la época de postguerra donde se sitúa la acción de la novela de Cela. En la la pobreza, nace la humillación: doña Rosa actúa como elemento amplificador en su conducta opresora.
Sin el sentido de humor, no es posible entender a Cela ni sus novelas. Casi en todas sus obras, se ve el humor de diferentes maneras. Pero el método principal del humorismo de esta novela es el uso de una ironía ácida y doliente. La hipocresía social en el pueblo es un símbolo de aquella época y nuestro autor, con su agudo sentido del humor, la revela cruelmente bajo la luz sórdida de una sociedad condenada. Con el fondo de la ciudad, los cafés, las calles, los barrios, nos presenta con su cámara a la multitud, entre las que pulula todo tipo de gentes distintas; pero la cámara pasa por la superficie de todos, y lo que queda es la época, la capital y la masa. La hipocresía es uno de los grandes temas de La Colmena.
Es muy notoria la adaptación al cine de la novela, dirigida por Mario Camus en 1982.
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