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Antonio Muñoz Molina nació en Úbeda el 10 de enero de 1956. Miembro de la RAE, está considerado como uno de los mejores novelistas en lengua castellana de los últimos años. En 1986 publicó su primera novela, Beatus Ille, aunque el reconocimiento le llegaría con el Premio de la Crítica por El invierno en Lisboa (1987), obra que también recibió el Nacional de Literatura.
Beltenebros (1989) dio a conocer a Muñoz Molina al gran público gracias, sobre todo, a la adaptación cinematográfica que realizó Pilar Miró en 1991. En Beltenebros se aprecia con claridad la influencia del género negro en la obra del autor. En ese mismo año también ganó el Premio Planeta por El jinete polaco, lo que supuso el espaldarazo definitivo a su carrera literaria. En 1997 publicó Plenilunio, obra que también fue llevada al cine en el año 2000 por Imanol Uribe.
El autor ha recibido distintos premios además de los mencionados, como el Ícaro, el Crisol o el Euskadi de plata. En 2013 recibió el galardón del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, como reconocimiento a toda su carrera. Está casado con la también escritora Elvira Lindo y vive entre Madrid y Nueva York, donde dirigió el Instituto Cervantes.
Como señala el subtítulo, se trata de una novela de novelas, con la temática del exilio y las crueldades del S. XX como hilo conductor, un hilo que se desvela en el epílogo, Nota de lecturas, en que se relacionan diversos autores, con una especial mención a la abundancia de testimonios de mujeres, y novelas, relatos y recuerdos que le permiten al autor componer una muestra del desolador paisaje que se vivió en Europa, en los años previos y hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial, el nazismo, el comunismo, y el exilio forzado de tantas personas, pivotando entorno a España, el protectorado de Marruecos, Tánger, con ciertos tonos autobiográficos, en las tierras jienenses, y los restos de la expulsión de los judíos, en 1492, un hecho, y sus consecuencias, que actúa como aglutinador de sus fuentes, las novelas y los recuerdos.
Así, la Novela de novelas la conforman una colección de relatos cortos entrelazados que forman un fresco impactante de la intrahistoria del siglo XX europeo en la que por una vez, los protagonistas son los perdedores. Por la obra, discurren los grupos o etnias que los sufrieron, en sus tierras y más allá de sus tierras, cuando empezó la persecución y mientras esta siguió, se consolidó y fue finalmente un objetivo mortal y ya cruelmente inolvidable.
Sefarad fue galardonada con el Premio Jerusalén 2013 como muestra de su compromiso con el exilio y con la diáspora, por haber rastreado el origen del horror y por haber contado su desarrollo en las personas individuales, sobre una galería de personajes marcados y atormentados, algunos muy conocidos, otros anónimos, entre los que se esconden las vivencias del propio autor. Son las víctimas de todos los conflictos, de todas las luchas y de todas las injusticias: víctimas del nazismo, de las purgas estalinístas, de la guerra civil española, de la heroína y el SIDA, del desarraigo, de las migraciones provocadas por el hambre, del exilio, de lo cotidiano. Todos ellos han sido víctimas de la violencia. Incluso del fanatismo y la arbitrariedad de las gentes con quienes compartieron ideales.
Así, se cuentan casos debidos tanto a la barbarie nazi como a la estalinista. De resultas de un minucioso y abundante repaso por las mil caras del dolor y el miedo, sale un alegato encendido a favor de las víctimas de cualquier causa totalitaria. Y todo ello bajo un designio expreso y repetido: proclamar la necesidad de la memoria histórica, de mantenerla perennemente encendida, a la vez como homenaje a esas víctimas y como lección que evite las tentaciones de repetir tanta atrocidad.
El peso de la memoria y el valor de la historia como magister vitae están en casi toda la literatura de Muñoz Molina y aquí sirven de cimiento a una pieza de vigorosa enjundia moral, comprometida, muestra bastante solitaria, aunque no única, de un pensamiento progresista basado en un humanismo sin concesiones a lo que roce la dignidad de nuestra especie. Muñoz Molina afronta un reto de los que se plantean sólo los grandes autores, quienes hacen de la escritura una experiencia moral y artística solidaria y son capaces de jugársela buscando una forma innovadora y comunicativa al servicio del vigor de la ideas. Ese reto consiste en convertir un manifiesto en un discurso narrativo. Que lo llamemos novela o de otra forma da igual. Lo importante es cómo fluye por Sefarad una voz poderosa capaz de amalgamar la vida del autor y otras vidas en pos de una denuncia y de un canto; aquélla de la injusticia, éste de la libertad.
Novela dura y combativa en su fondo; novela también de lectura un tanto exigente. Un libro espléndido, emocionante y valiente lo mismo en el terreno del contenido que en el de la forma.
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