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Cristina García Morales (Granada, 1985) es licenciada en Derecho y Ciencias Políticas y especializada en Relaciones Internacionales. Trabaja como intérprete legal y reside en Barcelona.
En el 2002 y el 2006 ganó el Certamen Andaluz de Escritores Noveles en la modalidad de relato y novela corta, respectivamente y al año siguiente logró una beca como residente en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores de Córdoba. Ha trabajado como dramaturga para el Aula de Teatro de la Universidad de Granada y para Eutopía, Festival de Jóvenes Creadores (Córdoba, 2008).
Ha escrito las novelas Malas palabras (2015), Los combatientes (Premio INJUVE de Narrativa 2012 y Finalista del Festival du Premier Roman de Chambéry a la mejor primera novela publicada en España en 2013), y el libro de relatos La merienda de las niñas (2008). Sus cuentos han aparecido, entre otras antologías, en Riesgo: Antología de textos (Rata Books, 2017), Última temporada: Nuevos narradores españoles 1980-1988 y Bajo treinta: Antología de nueva narrativa española (ambas en 2013).
En 2015 le fue concedida la Beca de Creación Literaria de la Fundación Han Nefkens y en el curso 2007-2008 fue residente de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores.
Con poco más de 30 años, Cristina Morales ya es imprescindible en la mejor narrativa española actual. Sus dos primeras novelas señalaban su virtuosismo técnico y una capacidad de provocación poco evidente. En Morales la violencia se dirigía, sobre todo, a las convenciones del hecho literario, a la comodidad con que leemos ficciones que no alteran el mundo ni nuestra manera de mirarlo. Los combatientes narraba la gira de un grupo de teatro universitario, entre la transgresión y la imposibilidad política, y fue descrita como una potente obra generacional. Menos suerte tuvo Malas palabras, reivindicación de Teresa de Jesús en primera persona, sin domesticar; una excelente novela, encargada por la editorial Lumen, que quedó oculta entre los descafeinados productos publicados durante el quinto centenario del nacimiento de la santa.
Terroristas modernos narra durante una semana lo que la historiografía llama la Conspiración del Triángulo, una conspiración dirigida durante el mes de febrero de 1816 por Ramón Vicente Richard y que tenía como finalidad la reinstauración de la Constitución de 1812, La Pepa. Según Morales “la España de 1812 era un hervidero conspirativo en contra de Fernando VII y su absolutismo. Fueron muchas las conspiraciones en su contra, pero una de las más interesantes, aunque se ha escrito muy poco sobre ella, es la Conspiración del Triángulo, de raíz masónica y que tenía entre sus cabecillas hombres ilustrados que reivindicaban los valores y principios del iluminismo del XVIII”. El proceso de documentación llevó a la autora a consultar archivos de diferentes instituciones y a comprobar lo poco que se había escrito sobre este episodio. A la pregunta de por qué este silencio, Morales no sabe dar una respuesta, insiste, sin embargo, en lo crucial de este suceso y, sobre todo, de lo actual de ese momento histórico: “estamos en 1812 y lo que se está discutiendo es el nacimiento del Estado moderno, es decir, del Estado Liberal, que es el que todavía tenemos”, concluye la autora para quién releer críticamente el periodo de la conformación del denominado Estado moderno obliga a revisar el propio sistema neo-liberal del presente y sus estructuras de poder.
Terroristas modernos es una novela de ambientación histórica, pero habla de hoy. Es una novela de ambientación histórica, pero que no pueden definirse como novela histórica. Desde el propio título, la autora quiere subrayar la interrelación entre los tiempos, el de la narración y el que podríamos definir como tiempo referencial, es decir, el momento histórico al que se apela. El título remite precisamente al terrorismo de hoy, pero sin hablar directamente de él, sino de su origen. Para la autora se comete un grave error cuando se habla de terrorismo solamente en relación a grupos que atentan contra el sistema, porque “el primer terrorista es el propio Estado”. Como indica la contraportada del libro el primer acusado en la Historia de terrorista fue el neonato Estado liberal francés, la primera democracia moderna de Europa. A partir de aquí Cristina investiga y escribe sobre el principio de autoridad, cómo los súbditos o ciudadanos lo asumen o lo niegan, lo apoyan o luchan contra él. Principal objeto de interés para Morales es el ejercicio del poder y las consecuentes relaciones de sumisión y de rebeldía: "abordé el tema del poder, en ese caso, eclesiástico, en Malas palabras y con Terroristas modernos lo vuelvo a abordar, ahora centrándome en el Estado, como organismo que ejerce la violencia sobre la gente”. A la pregunta de sí es posible definir su nueva novela como una novela política, la autora, licenciada en ciencias políticas y en derecho, no titubea: “soy un ser político y cuando escribo no puedo sino escribir desde la política”.
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